Usando, o
usado por, las páginas de El Mercurio el ministro de Justicia, el radical Sergio
Campos ha señalado que ha faltado coraje para no dejar en libertad a los
genocidas en prisión por crímenes de lesa Humanidad.
La falta de
coraje supone que existe una voluntad de hacer algo que se ve inhibida por los
riesgos que ello conlleva, si lo que el ministro dice en relación a la falta de
coraje, debemos suponer entonces que la Nueva Mayoría quiere la impunidad.
En días
reciente la presidenta Bachelet entregó la bandera chilena que se rescató de la
Moneda el 11 de septiembre de 1973 tuvo emotivas palabras en pro de los DDHH.
Su ministro de Justicia promueve la impunidad y ella no aclara cual es la
posición real del gobierno. Hay una incoherencia o un cinismo monumental.
El Ministro
ha dicho“Creo
que los derechos humanos son válidos para todo el mundo, sin distinción de
ninguna especie. Pero pareciese que algunos no lo creen así”. Por lo que exige adecuaciones legales “pero ni
los tribunales ni el órgano administrativo pueden permitir que un condenado que
está enfermo vaya a morir tranquilamente a su casa”.
La tesis del ministro carece de todo fundamento. No
existe el derecho de los condenados a morir tranquilamente en su casa. En
efecto, hay legislación, profusa y expresa, respecto a que los crímenes de Lesa
Humanidad, por su gravedad, no pueden ser amnistiados ni indultados. Este
supuesto derecho a morir tranquilamente en la casa no está en ninguna ley y por
el contrario está expresamente prohibido.
Los criminales nazis, y genocidas como el ex
dictador Rafael Videla han muerto en prisión. No han sido conducidos a esa
situación por afanes de venganza política sino por su propia conducta criminal.
Los ciudadanos tenemos todo el derecho a plantearnos
la hipótesis que frente a problemas legales y judiciales que afectan al corazón
de La Moneda, y que aún no se han hecho públicos, se pueda estar cocinando un acuerdo
de impunidad con la derecha.
Los DDHH no sólo servirían para llenarles los
bolsillos a los cachorros cesantes de la casta política sino también de
fundamento de la impunidad recíproca.
ROBERTO AVILA TOLEDO
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