Desde hace mucho tiempo la cancillería chilena ha
optado por responder a los requerimientos de una salida al mar formulados por
Bolivia señalando simplemente y como único argumento, que existe el tratado de 1904 que está vigente. La
cancillería tiene razón, lo pactado obliga a las personas con sentido del honor,
pero esta postura no da cuenta de la dimensión política del conflicto.
Un elemento básico de toda estrategia judicial, es
ganarse la simpatía del tribunal y de quienes escuchan. Es lo que Aristóteles
llamaba el “exordio”. Eso lo sabe cualquier abogado que litiga ante tribunales, quizás no sea lo fundamental pero
es importante.
Cuando un país pobre, derrotado en una guerra, con una
población mayoritariamente indígena y atrasada, con un gobierno que ha adoptado medidas
patrióticas en favor de la mayoría de sus habitantes expone ser víctima de un despojo por un país
que es más fuerte, en todos los ámbitos en que se pueda establecer la
comparación, eso le genera auditorio
favorable.
Nuestra cancillería acepta por la vía del silencio que el derecho
de Chile a su frontera norte deviene exclusivamente del tratado de 1904, luego del
triunfo de las armas. La situación es más compleja y más favorable a Chile, la
victoria militar no hizo sino consolidar lo que en derecho y en justicia nos
pertenecía y que otros de manera contumaz y sin cálculo de riesgo, se negaban a
reconocer.
El estado de la opinión pública, en este caso
internacional, es significativo. Aunque nuestra cancillería lo niegue.
Con sobre abundancia de argumentos históricos y
jurídicos podemos afirmar que Bolivia no tiene ningún derecho que reclamar y
que su teoría de los derechos “espectaticios” es un metal de madera
insostenible.
MITOS IMPORTANTES
En la historia de este conflicto se han inventado
mitos importantes que es necesario aclarar.
1.- El mito del
rico avaro y prepotente contra el pobre humano y solidario.
Hay quienes analizan la guerra del pacífico y el
tratado de 1904 (solicitado y suscrito por Bolivia con importantes clausulas en
su favor) con la óptica del presente y de manera tergiversada.
Se razona a partir de un supuesto falso. Que Chile
habría sido un país oligárquico, rico y
poderoso que actúa por la vía de las armas en contra de países pobres que
construyen su futuro a partir de nobles principios como la solidaridad y la
justicia social. Esto no fue así.
Los tres países tenían oligarquías excluyentes y autoritarias.
En el Perú su héroe nacional fue el general Andrés Avelino Cáceres que luego de
la caída de Lima desata la lucha guerrillera en lo que lo chilenos llamamos
campaña de la Sierra y los peruano de La Breña creó su estado mayor y sus bases
de apoyo con la población indígena. Cuando el ejército chileno abandonó Perú y
Cáceres buscó el apoyo de la oligarquía, brindó como prueba de lealtad, el
fusilamiento de todos los indígenas que habían sido su estado mayor en la lucha
de resistencia a Chile.
En Bolivia el general Hilarión Daza se había hecho del
poder mediante un golpe de estado. Su guardia pretoriana era el regimiento “Colorados”
que cometía todo tipo de abusos sobre la población civil, que término siendo pulverizado
en la batalla de Tacna y que luego sería disuelto por el Estado boliviano por
volver a sus tropelías.
Daza mantuvo contacto permanente con el gobierno y los
empresarios chilenos. La vergonzosa desbandada, sin tirar un tiro, de su ejército
en Camarones tiene una de las siguientes explicaciones. El propio Daza no quiso
combatir, siendo un tipo valiente, eso sólo puede explicarse por una
negociación en curso o bien su estado mayor le saboteo bajo orientación de los
empresarios mineros bolivianos que estaban en contacto con sus pares chilenos.
Daza, años después sería asesinado en un atentado perpetrado por la oligarquía
boliviana.
Durante todo el siglo XX Bolivia dispuso de la
gigantesca riqueza del estaño y no salió de su pobreza como país por la actitud de la oligarquía boliviana, la
cual sólo ha tenido breves interrupciones con Hernán Siles Suazo y ahora con
Evo Morales. Los indígenas no existieron para Bolivia y eso habría sido así cualquiera
fuera el resultado de la guerra.
2.- El mito de un Pinochet
generoso.
El 8 de Febrero de 1975 se firmó el acuerdo de Charaña
por el cual Chile concedía un corredor al norte de Arica a cambio de un
territorio de iguales dimensiones en otra parte de la frontera. Esto no
prosperó, pues Bolivia no aceptó en definitiva el acuerdo, pues querían una cesión gratuita
de territorio chileno sin compensaciones. A mayor abundamiento Perú propuso una
solución impracticable.
Pinochet no era un bolivariano ni aceptaba los febles
argumentos históricos bolivianos, sino que estaba presionado por las
circunstancias, tenía un fusil en el pecho. El gobierno de Juan Velasco Alvarado
había armado al ejército peruano con abundantes suministros soviéticos con el
indudable propósito de agredir a Chile. Pinochet se propuso un ataque
preventivo ante la agresión inminente (se llegaron a ejecutar a dos agentes militares peruanos en Santiago).
Henry Kissinger secretario del departamento de Estado de EEUU, con quien se
reunió en Santiago, le desaprobó la idea y le sugirió un acuerdo con Bolivia
que dejara a Chile sin fronteras con Perú. En tal caso EEUU consideraría agresor
al que atacara primero y actuaría en consecuencia.
El ofrecimiento de Pinochet es un acto dictado por la necesidad
no por la convicción. El aislamiento internacional, la división interna y la
pobreza a que nos tenía expuesto a la dictadura pinochetista nos llevó a la
ignominia de la debilidad extrema de nuestra política internacional. Pero, esos
tiempos ya pasaron.
3.- La acción de poderes
imperiales en favor de Chile.
Es un mito fácil de rebatir el de la supuesta acción
en favor de Chile de las grandes potencias imperiales.
Estados Unidos actuó siempre en favor de Perú, antes
durante y después de la guerra. Ya tomado el morro de Arica obligó a Chile a
sentarse a negociar con Perú y Bolivia en uno de sus barco de guerra surto en la
rada de ese puerto. La intervención del
general John J. Pershing en favor de Perú durante la negociación del tratado de
1927 es manifiesta. EEUU tuvo una política pública y vehemente en favor de Perú
especialmente previo a la toma de Lima.
Inglaterra no tiene ninguna intervención en la guerra,
no se recibieron apoyos políticos ni militares de dicho país. No son los
capitales ingleses los que no llevan a la guerra sino los intereses del país,
de sus empresarios mineros y de sus obreros mineros que trabajan en esas
empresas.
Argentina tuvo varios oficiales en el estado mayor
peruano, en la toma de Lima, que no eran observadores sino personal operativo.
Roque Sáenz Peña, que luego de sus conmovedoras suplicas salva su vida en la
toma de Arica, sería luego presidente de Argentina.
Francia destinó una escuadra al Perú al momento de la
toma de Lima al mando del contralmirante v Abel
Bergasse du Petit Thouars. Bajo pretexto de eventuales abusos sobre sus
connacionales intercedió en favor de los peruanos ante el general Baquedano en múltiples
ocasiones.
Sólo el káiser alemán dio algunas opiniones en favor
de Chile durante la guerra , pero que no pasaron de eso declaraciones a la
distancia.
Pretender hacer aparecer a Chile como un testaferro de
los ingleses es una falsedad. Chile era un país oligárquico y capitalista, al
igual que sus rivales, y actuó como tal, pero no actuó como un bobo, por
decenios el salitre financió el presupuesto nacional. En 1971 el presidente
Salvador Allende nacionalizó el cobre con el mismo patriotismo de los subieron
a la carrera el morro de Arica.
Chile ganó la guerra porque:
1.- Había creado una institucionalidad política seria
y consistente, en los tres decenios conservadores (Prieto/Bulnes/Montt), que le
permitió hacer elecciones presidenciales en plena guerra, mientras sus rivales
se debatían entre golpes de estado. El gran almirante Grau debía hacer
gestiones para que a los marineros del Huáscar les pagaran sueldos atrasados. Don
Rafael Sotomayor ministro de defensa en
campaña creó una logística formidable. Cuando el general
Erasmo Escala entró en conflicto con el ministro, este último fue confirmado y
el primero fue reemplazado por Baquedano (subordinación del poder militar al poder
civil).
2.- Nuestro país defendió principios e intereses que eran de toda la nación: de
empresarios mineros y de obreros mineros.
3.- El patriotismo y convicción de su clase política
(desde Santa María a Vicuña Mackenna),
sus fuerzas militares y espirituales y de los obreros y campesinos. Chile no
tuvo presidentes que huyeran luego de haber recaudado fondos para la defensa o
que dejaran perecer a unidades militares porque las suponían afines a sus
rivales políticos como Piérola que abandonó a Campero en el Campo de la Alianza,
a Bolognesi en Arica y a Leiva en Arequipa.
NUNCA TUVIERON MAR NI BUQUES
Bolivia sostiene que nació la vida
independiente con mar. Eso no tiene respaldo histórico alguno. En su
constitución de 1826 artículo 3 se señaló claramente “Artículo
3.- El territorio de la República Boliviana comprende los
departamentos de Potosí, Chuquisaca, La Paz, Santa Cruz, Cochabamba y Oruro. Ninguno
de esos departamentos tenía salida al mar, ni edificios públicos o poblamientos
en el litoral del pacífico.
A mayor abundamiento una declaración
unilateral de dominio en favor propio no constituye derecho alguno.
Bolivia nunca ha tenido buques
mercantes o de guerra, no había buques bolivianos en la guerra del
pacífico, eso es absolutamente contradictorio con el alegato de condición
marítima desde su nacimiento. Hay incluso propaganda de la cancillería
boliviana en Youtube que habla de una condición marítima milenaria, pero nunca
ha existido un buque de su bandera navegando por sus supuestas costas.
Sin perjuicio de lo anterior hay que
señalar que una declaración unilateral de un país, como lo es una constitución
política, nunca constituye un derecho a favor propio en términos de
límites sino es aceptado por sus vecinos.
Bolivia nace teniendo como primer jefe
de gobierno a Simón Bolívar fue en realidad una escisión de Perú.
Sucre que es el segundo gobernante
maniobra políticamente en busca que Perú le entregue a Bolivia los puertos de Arica
o Tacna que son sus salidas naturales al Pacífico. Le pidió a Simón Bolívar
esta salida y este mando al embajador peruano Ortiz de Ceballos que incluso
firmo un tratado con Bolivia en Sucre (1826) concediendo esos puertos, pero en
el interín Bolívar volvió a Caracas y Andres de Santa Cruz que había
quedado como subrogante en el Perú se negó a ratificar el tratado para no
tener problemas en Lima por su origen boliviano.
Ninguna de esas gestiones, de las
cuales hay múltiples registros históricos son comprensibles si Bolivia era
naturalmente un país de condición marítima como se alega.
Chile nació con tres provincias
Santiago, Concepción y Coquimbo y nuestros límites septentrionales eran el
despoblado de Tarapacá, sin mayor delimitación, pero nuestro vecino por el
norte era indudablemente el Perú.
A partir de 1840 esos despoblados
cobran valor y empiezan a ser habitados a partir de la extracción y exportación
del huano como fertilizante. Chile dicta una ley señalando esos territorios
como propios. Bolivia hace lo mismo. El territorio se hace litigioso.
Sin embargo, la realidad habla a favor
de Chile, más de 140 barcos y empresas solicitan permiso para extraer huano y
pagan la consiguiente contribución en Valparaíso, nadie va a Bolivia a pedir
permiso alguno.
Bolivia no tiene barcos, ni puertos ni
nada que acredite o le permita ejercer soberanía en los territorios que reclama
y todo ello por la simple razón que nunca han sido suyos.
El 25 de Junio de 1863 el parlamento
boliviano mediante una ley ordenó al ejecutivo declarar la guerra a Chile si no
se respetaban sus supuestos derechos en la zona en litigio. Declaración tan
prepotente como distante de la realidad.
En 1864, siendo gobernada España por
la reina Isabel II, una flota hispana encabezada por el poderoso buque Numancia
hace en una gira por América, en el Callao se desencadena un conflicto con las
autoridades peruanas que agravian el honor de ese país: los españoles ocupan
las islas chinchas. Se llama a una conferencia latinoamericana y Chile se
niega abastecer a los buques españoles. Se produce la guerra contra España, se
hacen aliados Perú, Chile, Bolivia y Ecuador. Se forma una flota combinada chileno
peruana, Bolivia no tiene naves mercantes ni buque de guerra que aportar por la
simple razón que no es un país marítimo, por ello nada aporta a la flota
combinada. En la guerra del Pacífico ninguna embarcación navega bajo bandera
boliviana.
Se producen combates en Abtao, Papudo
y el Callao. Valparaíso es bombardeado. Al fin la flota española se devuelve derrotada
a la península. Esto creó una situación de hermandad latinoamericana. En ese
espíritu se suscribe el tratado de límites de 10 de agosto 1866 entre
Bolivia y Chile. Gobierna nuestro país don José Joaquín Pérez, elegido
democráticamente y en Bolivia don Mariano Melgarejo, llegado al poder mediante
un golpe de estado.
El acuerdo en lo sustancial consistió
en que del total del territorio disputado que está entre los paralelos 23
y 25, se fija el límite en el Paralelo 24. Chile se queda con lo disputado que
va desde el paralelo 24 al 25 y Bolivia con lo que va entre el paralelo 24 y
23. Es decir, se partió lo disputado por mitades y se acordó que lo que se
obtuviera entre los paralelos 23 y 25 como ingreso por el huano y la minería se
repartiría en partes iguales, lo que se llamó una “medianería” .
Ahora, sólo ahora, nunca antes, los
bolivianos tenían legítimamente mar. Fueron tan torpes que no fueron capaces de
cuidar este derecho más allá de 13 años.
El tratado de 1866 era bueno
para la hermandad latinoamericana que tenía muchos adeptos en Chile como
Benjamìn Vicuña Mackenna, era malo para Chile pues terminaba reconociendo
derechos ajenos que tenían muy pocos o ningún fundamento y era excelente para
Bolivia pues tenía un reconocimiento legal explícito de su frontera que le daba
salida al mar, que no tenía. Debieron cuidar ese tratado que les habría
dado mar hasta el día de hoy pero hicieron cuanto estuvo de su parte para
evitar que siguiera vigente.
Si la diplomacia boliviana hubiera
actuado inteligente y responsablemente habría cuidado ese tratado que le
garantizaba la salida al mar. Cuidar un tratado es hacer cumplir sus
disposiciones para que el otro no tenga razones para desahuciarlo.
A partir de ese tratado se funda Antofagasta
en 1868. Tiene desde el comienzo una pequeña prefectura con funcionarios
bolivianos y una abrumadora cantidad de empresarios y obreros chilenos. La
generosidad “latinoamericanista” de los chilenos no se avenía con la realidad.
Ese tratado tuvo un problema accesorio
en su implementación que decía relación con la recaudación de los impuestos. Se
produjeron problemas por parte de Bolivia para llevar las cuentas al día de su
aduana y hacer efectivo a Chile el pago correspondiente.
EL SALITRE
La zona empieza a tener gran relevancia
económica por el inicio de la explotación de plata y salitre.
En 1871 el dictador boliviano Melgarejo
es derrocado por el general Agustín Morales, el que luego sería asesinado por
un sobrino en una reyerta palaciega.
El 5 de diciembre de 1872 se firmó el
acuerdo Corral/Lindsay (por los apellidos de los cancilleres) para arreglar
desacuerdos respecto de la aplicación del tratado de 1866 entre los problemas
no estaba la delimitación territorial que se mantenía firme.
El parlamento chileno aprobó el
tratado pero el boliviano lo rechazo, bajo influencia peruana, que ante la
debilidad institucional altiplánica influía en su política interna. Había
un tema de identidad nacional aún no resuelto, que era Bolivia? un país distinto
al Perú? o una provincia que aún podía volver al regazo materno?.
Perú atizaba los conflictos con Chile.
Con una visión estratégica valoraba a Chile como un país pobre y pequeño. No
consideraban que los tres decenios
conservadores habían dado a Chile una fortaleza institucional que no se podía
apreciar a simple vista pero que lo hacían un enemigo de temer.
EL PACTO DE AGRESION QUE PUSO EN
RIESGO A TODA AMÉRICA LATINA
Había razones, extra jurídicas y
ocultas, para no llegar acuerdos amigables. El 6 de Febrero de 1873 se
firmó en Lima un acuerdo militar entre Bolivia y Perú señalado como
“defensivo”. ¿De qué podía defenderse Perú? si ni siquiera teníamos fronteras
comunes.
Bolivia no se daba cuenta de lo mucho
que había ganado y quería más, entonces apostaba a una salida militar de última
instancia. Su desprecio por Chile los hacía cometer un error monumental. Como
hoy que confunden circunspección con debilidad.
Se intentó agregar a este pacto a
Argentina, con la que Chile tenía disputas por demarcaciones en la
Patagonia, se le ofreció salida al Pacífico por territorio chileno como
parte del pago por una agresión militar a nuestro país. El gobierno y la
Cámara de diputados rioplatenses aprobaron el tratado, pero fue rechazado
por el Senado. Chile siempre supo del pacto y se lo hizo saber silenciosamente
a Brasil que ante una situación de desequilibrio continental se apresto a
intervenir. Eso impidió el ingreso trasandino.
Ese pacto militar era peligroso pues
dividía a América Latina con propósitos bélicos. Crear dos bloques unidos por
lazos militares fue exactamente uno de los factores que desató la primera
guerra mundial en Europa a partir de un incidente menor en 1914.
El pacto de agresión fue también una
perfecta chapucería. En efecto, si uno de los signatarios tenía un
conflicto era el otro quien debía calificar el casus foederis, para ver si se
aplicaba o no; te ayudo si quiero; ¿qué pacto es ese?.
Ese pacto militar impidió su
intervención como mediador, como pretendió hacernos creer la misión Lavalle
enviada cínicamente a Chile, y fue razón perfecta para que Chile
entrara en guerra a ambos países con las
consecuencia sabidas.
El pacto militar que se autodefinió
como “defensivo” fue secreto lo cual denotaba sus reales intenciones. Hay
testimonio escrito de sus reales intenciones y de cómo Perú teledirigía los
bolivianos de acuerdo a su propia estrategia que no era menos desastrosa,
a saber:
Agosto
6.--Asi pues, lo que a ésta [Bolivia] conviene es no perder tiempo en
dilaciones inútiles que a nada conducirán sino a permitir que Chile se arme
suficientemente. Si el gobierno de Bolivia comprende sus intereses, si quiere
no perder parte o todo su litoral, debe decir de una vez su última palabra
respecto del Tratado de 1866 i de la Convención Corral-Lindsay: debe romper
definitivamente esos pactos, bien sea haciendo que la Asamblea estraordinaria
desapruebe el uno i resuelva la sustitución del otro por los insuperables
inconvenientes que ha encontrado en la práctica, bien sea adoptando otro medio
que conduzca al mismo resultado, pero procurando siempre que, el rompimiento de
relaciones no lo haga Bolivia sino que sea Chile quien se vea precisado a
llevarlo a cabo.
Rotas
las relaciones i declarado el estado de guerra Chile no podria sacar ya sus
blindados i, sin fuerzas bastantes para atacar con ventaja, se vería en la
precision de aceptar la mediación del Perú, la que en caso necesario se
convertiría en mediación armada si las fuerzas de aquella República
pretendiesen ocupar Mejillones i Caracoles.
A las anteriores consideraciones puede US. agregar otras
que no dudo acabarán de decidir al Gobierno de Bolivia a adoptar la línea de
conducta indicada. Me refiero a la casi seguridad que tenemos de la adhesión a
la alianza por parte de la República Arjentina (sic).
José de la Riva Agüero, Ministro de Relaciones Exteriores
del Perú Carta del 6 de agosto de 1873 al Embajador peruano en Bolivia Aníbal
Víctor de la Torre
Ese pacto agresivo fue un detonante
más de la guerra. Preludiaba la guerra y la obtuvo. Chile debió lamentar 10 mil
muertos y 5 mil inválidos esto nunca debe olvidarse.
EL TRATADO QUE BOLIVIA NO CUMPLIÓ
El 6 de agosto 1874 en la
ciudad de Sucre y a fin de facilitar la implementación del tratado anterior se
suscribió un nuevo tratado en que Bolivia fue representado por su canciller don
Mariano Baptista y Chile por el suyo don Carlos Walker Martínez.
Es un texto pequeño de 8 artículos que
mantiene el límite en el paralelo 23 y resuelve los problemas de ejecución del
tratado de 1866 en su dimensión económica.
El artículo 4
señala, cito a la letra:
“Los derechos de exportación que se
impongan sobre los minerales exportados en la zona de terreno de que hablan los
artículos precedentes, no excederán la cuota de la que actualmente se cobra, y
las personas, industrias y capitales chilenos no quedarán sujetos a mas
contribuciones de cualquiera clase que sean que las que al presente existen.
La estipulación contenida en este
artículo durará por el termino de veinticinco años”.
Es clarísimo que no se pueden imponer
nuevos impuestos por 25 años. Es una clausula esencial del tratado y su
violación implica un incumplimiento grave de lo acordado. Un incumplimiento de
esta naturaleza faculta al contratante perjudicado a desahuciar lo acordado.
Esto se colige claramente incluso desde el sentido común y es una
situación jurídica universalmente aceptada. Si una parte no cumple la otra no
está obligada a hacerlo: la mora purga la mora.
Esta estipulación de no pagar
impuestos por 25 años es la única cláusula del tratado en favor de Chile, era
obvio que si no se cumplía nuestro país desahuciaría este acuerdo.
No pagar impuestos no era una
tacañería era producto de un acuerdo internacional.
Al separarse las facultades de cobrar
impuestos conjuntamente, ahora cada uno cobra en su zona, este artículo 4 pasa
a ser muy importante pues hay ya una compañía chilena operando la extracción de
salitre en la zona. Esta es la Compañía de Antofagasta de salitre y
ferrocarriles. Esto había llevado a miles de mineros al norte. Casi no
hay bolivianos en la zona boliviana.
Esta empresa es de capitales
fundamentalmente chilenos. Se ha hecho un gran mito de la intervención de
Inglaterra a favor nuestro durante la guerra, esto no es efectivo, pero
no es esta la oportunidad de aclararlo.
Luego de la caída de la
dictadura de Melgarejo el Estado de Bolivia declaró que todos los actos
administrativos realizados por este quedaban nulos pero que se podía pedir
reconsideración al ejecutivo lo que luego debía ser aprobado por el
parlamento, cosa que hizo la compañía de Antofagasta. Se
comprenderá para donde va un país con esa tipo de seguridad jurídica.
La transacción de la minera
Antofagasta con el Estado (1873) que le renovaba la concesión quedó en espera
de la aprobación del parlamento.
La hacienda pública boliviana vivía
una situación de permanente zozobra a partir de su inestabilidad política, las
conductas de su gobernantes y la ninguna atención que le prestaban al litoral y
sus riquezas salvo para cobrar impuestos.
En estas circunstancias sufren un
terremoto y tsunami que afecta el litoral, esto no les causa grandes perjuicios
pues no tenían ni grandes instalaciones públicas ni inversiones empresariales
de sus nacionales, tampoco estos trabajaban como obreros en la minería. Un
censo daba cuenta de que los 6.000 habitantes de Antofagasta 5.000 eran
chilenos (sólo 400 bolivianos), al igual que la compañía minera que le daba
vida a ese puerto. Cobija y Calama eran simples caseríos.
Este terremoto les sirve de pretexto
pues el parlamento aprueba la transacción entre la minera de Antofagasta
pero le agrega un impuesto nuevo de 10 centavos por quintal de salitre
exportado, como mínimo. Esto estaba expresamente prohibido por el tratado. A
eso se sumaba la influencia peruana cuya industria salitrera recibía el impacto
de la competencia chilena. Perú había nacionalizado sus salitreras y la
eficiencia de los mineros chilenos les ponía en severos aprietos. Por ello incitaban
la aplicación de impuestos.
SE DESATA EL CONFLICTO
La ley interna de 1878 desató una ola
de agitación e incertidumbre, particularmente en la zona de Antofagasta., A
esto se sumó un actuar prepotente del delegado boliviano en la ciudad don
Severino Zapata. La empresa que si bien era administrada por un inglés, cuyo
contrato como empleado estaba terminando, era básicamente de capitales chilenos
y empleaba a obreros chilenos, la Compañía de Salitre y Ferrocarril de
Antofagasta se negó a pagar el nuevo impuesto, que a mayor abundamiento
adquiría el tono amenazante de “un mínimo” de diez centavos por quintal
exportado.
La empresa pagaba impuestos
municipales, no se trató como sostiene algún historiador boliviano, de
impuestos de esta naturaleza para mejorar Antofagasta.
El pleito se prolongó durante todo el
año 1878. Ante esa situación los chilenos crearon en Antofagasta la “Liga
patriótica” para resistir las medidas bolivianas. Un chileno, marido de la
joven chilena Irene Morales fue fusilado por orden de un juez boliviano, lo que
encendió más los ánimos.
Bolivia procedió a embargar la empresa
Antofagasta para hacerse pago de los impuestos supuestamente adeudados.
Notificó e incluso hizo arrestar al administrador por algunas horas.
Se hizo público que el remate de la
empresa traería la expulsión de los miles de mineros chilenos que allí trabajaban
otro tanto sucedería en Mejillones. Se incubaba lo que hoy llamamos una
limpieza étnica (Carta de Hilariòn Daza al prefecto Zapata de 6 de Febrero
1879).
El incumplimiento del tratado por
parte de Bolivia ha sido señalado, y con mucha razón, como un “error” de la
diplomacia boliviana por el más prestigiado historiador peruano don Jorge
Basadre.
El tratado de 1874 contemplaba la
posibilidad de una salida arbitral ante cualquier diferendo a que su aplicación
diera lugar. En Noviembre de 1878 Chile lo propuso oficialmente, cosa que luego
reiteraría. Para evitar esta posibilidad que condenaba a Bolivia a tener que
escuchar la ilegalidad de los nuevos impuestos, se recurrió a una tinterillada
infantil.
El 1 de Febrero de 1874 Bolivia
invalidó la transacción entre la empresa y el Estado celebrada el 27 de Febrero
de 1873. Luego suspendió (no elimino) los efectos de la ley de 14 de
Febrero de 1878. A partir de esto Bolivìa concluyó, desatendiendo la realidad,
que no existiendo concesión vigente el asunto sería entre el Estado de
Bolivia y una empresa particular por lo que Chile no podía intervenir. El
problema habría dejado de existir por voluntad unilateral de una de las partes.
Claro está que su llave maestra seguía siendo su tratado secreto con el que
creía poderoso e imbatible aliado, por ello debe haberles importado poco las
justificadas iras que eso desataría en Santiago.
Se fijó fecha de remate para el 14 de
Febrero de 1879. Los chilenos en Antofagasta se apretaron resistir la medida.
El prefecto boliviano en Antofagasta don Severino Zapata recibió
instrucciones para que ante la imprevisible existencia de postores, por
la magnitud de lo que se remataría procediera a adjudicar la empresa al Estado
de Bolivia que continuaría con la explotación.
El 8 de Febrero el encargado de
negocios de Chile en La Paz sr Videla entrega una nota que en lo esencial
señala que el problema sigue existiendo a pesar de la rescisión del contrato a
la Compañía Antofagasta y que frente a ello solicita se proceda al recurso del
arbitraje contemplado en el tratado de 1874 y que en tanto este se desarrolle
se suspenda el cobro de impuesto. Es lo tanta veces planteado en los juicios
“una orden de no innovar”. La nota solicito respuesta en 48 horas y termina con
algo que a cualquier gobierno responsable debió llamar la reflexión “Las
consecuencias que necesariamente tiene que desprenderse de una contestación
negativa serán de la exclusiva responsabilidad del excelentísimo gobierno de
Bolivia”. Si a esto se suma la presencia del blindado Blanco Encalada en la
rada de Antofagasta, el mensaje chileno era clarísimo.
El gobierno de Bolivia respondió tres
días después, arguyó problemas administrativos, se había sustituido al
canciller Martín Lanza bajo imputación de falta de patriotismo por haber
sugerido en el intercambio de notas diplomáticas el arbitraje si se
garantizaban los impuestos adeudados, por la asunción del nuevo canciller don
Eulogio Doria Medina. Exigió como cuestión previa que el Blanco Encalada
saliera de Antofagasta. Pero, el nuevo canciller partió de inmediato a Lima a
activar el pacto militar.
Chile tenía la razón y la fuerza
aunque Bolivia se creyera sus propias tinterilladas. La propuesta chilena era
la mejor, evitaba la salida de fuerza. Para Bolivia aun perdiendo el eventual
arbitraje el transcurso del tiempo iba en su favor, bastaba que se cumpliera el
plazo de 25 años sin impuestos y tendría ese litoral sin condiciones y para
siempre.
El 14 de Febrero el blindado Cochrane
entró a la rada de Antofagasta acompañado del O’Higgins y desembarcaron 250
soldados que reivindicaron la ciudad e impidieron la confiscación fijada para
ese día. Con todo, no hay voluntad de guerra la que no se declara y se confía
todavía en un arreglo arbitral, todavía era posible el arbitraje.
El 1 de marzo Bolivia le declaró la
guerra a Chile que sólo el 14 de marzo declaro que respondería con la fuerza.
Bolivia había hecho cuanto estuvo en
su poder para desatar la guerra. Su confianza en el pacto secreto era un error
garrafal. Desde siempre Chile supo de ese pacto, los diplomáticos chilenos no
iban de paseo a Lima, el presidente Prado tenía una maraña de intereses
económicos en Chile ( él pensaba que le habían regalado una hacienda, pagado
sueldo de general y que Agustín Edwards no le cobraba los prestamos porque era
bonito) que terminaron con su huida luego de la batalla de San Francisco, hasta
el propio Hilarión Daza fue tocado sino como se explica en un militar valiente
la reiterada de Camarones?.
LOS DERECHOS ESPECTATICIOS
Las cosas se consiguen por la razón
(en este caso jurídica), por la fuerza o por la buena voluntad.
Bolivia no ha querido explorar esta
última senda desatendiendo que las dos primeras se le muestran insalvables. Los
gobernantes altiplánicos creen que los chilenos nos conmoveremos con la lluvia
de insultos o que seremos tan ingenuos y les creeremos cuando a estos le anexan
el meloso y cínico “hermanos”. Pueden cautivar a algún ingenuo o contratar
algún mercenario, pero no pasaran de allí.
Pretenden hacer creer que el hecho que
en algún momento se haya conversado sobre sus pretensiones hace de estas un
derecho que obliga a negociar. Si respecto a un acto jurídico no se forma un
consentimiento simplemente no se ha producido nada. Si una persona vende un
inmueble y yo le ofrezco un precio que no le satisface, simplemente no hay nada,
no se ha formado el consentimiento, no puede de allí surgir la obligación de
que esta persona deba sentarse a recibir mis ofertas por toda la eternidad.
El orden jurídico cautela derechos y
no meras expectativas.
La obligación de negociar supone la
transacción, es decir que ambas partes deben ceder algo. Cuando alguien cede
todo eso es una capitulación no una negociación.
Chile no puede aceptar que un tribunal
internacional determine su política exterior. Esto sería inconstitucional y un
atentado directo a nuestra soberanía. Sólo podemos aceptar fallos frente a un
incumplimiento de obligaciones internacionales, pero el negociar o no es una
resolución de política exterior no una obligación internacional. Si aceptamos
esto tendríamos que aceptar que un tribunal internacional nos diga con que
estados debemos tener relaciones diplomáticas o no.
El gobierno de Evo Morales es tan
irresponsable como el de Hilarión Daza por afanes personales embarcan a sus
naciones en las peores aventuras.
Los derechos “espectaticios” son un
metal de madera. Se trata de un derecho o de una expectativa, lo uno o lo otro.
ROBERTO ÁVILA TOLEDO